Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE desde 2012 y responsable del informe PISA, ha pasado hace unos días por Madrid para presentar su libro Primera clase. Cómo construir una escuela de calidad para el siglo XXI. Con este motivo, El País recogía unas declaraciones que a continuación comentamos:
...Los españoles son los mejores en recordar hechos, cifras...pero flojean en el pensamiento creativo, en resolver problemas o en aplicar conocimientos a situaciones nuevas
De acuerdo con el diagnóstico, pero los españoles no somos así "por naturaleza". Hay unos condicionantes históricos y no me remontaré a la Prehistoria: El desmesurado poder de la Iglesia (con la Inquisición y el arraigo de la escolástica en nuestras universidades hasta bien entrado el siglo XIX como corolario), la consecuente debilidad de la Ilustración, la ausencia de una revolución burguesa e Industrial...
La ratio de alumnos por aula es un mito. Si uno no cambia las prácticas de docencia, da igual que tengas 20 o 30...
No estoy de acuerdo. La misma práctica educativa aplicada en contextos muy diversos, obtiene también resultados muy diferentes: las nuevas tecnologías pueden fracasar en una clase con 20 alumnos no interesados en aprender, mientras que la tiza y la pizarra pueden tener éxito en una clase con alumnos motivados.
En Shanghái, los profesores imparten de 11 a 16 horas a la semana, la mitad que los españoles, pero pasan más tiempo en otras cosas...
En España, los profes son envidiados, y en ocasiones odiados, por lo poco que trabajan. ¿Qué dirían esos envidiosos sobre Shanghái? Por otra parte, no quiero pasar más tiempo en "otras cosas", si eso implica más tareas burocráticas...
(En España) la estructura del trabajo es muy industrial...Los profesores enseñan planes de estudios, pero no son dueños de su práctica, no tienen tiempo de estar con los compañeros, no pueden participar en las decisiones del centro...Es como si trabajasen en una fábrica, en una cadena de producción.
Estoy muy de acuerdo en que la estructura del trabajo en la escuela española es industrial, fordiana, propia de la primera y de la segunda revolución industrial y comparto totalmente los inconvenientes que señala Schleicher, que se han acentuado en los últimos años. Una política educativa tiene que partir de la base de que una escuela no es una fábrica.
En Finlandia es bastante fácil aprobar el examen de acceso a Magisterio, pero el segundo año lo pasan en los colegios y solo uno de 10 consigue quedarse...
En España lo hacemos al revés. Uno tiene que matarse a estudiar unas oposiciones para lograr el acceso a la enseñanza. Luego, el que quiere o no sabe hacer nada mejor, puede dormirse en los laureles...
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