Semana intensa europea. Tras las dudas sobre el futuro de la zona euro y el apoyo explícito de Merkel, hemos visto un tanto incrédulos, cómo era despedido Berlusconi.
Algunos ciudadanos, alborozados, han salido a la calle en Italia (en la imagen). Pero los ciudadanos no podemos estar orgullosos: no le hemos echado nosotros. Han sido los "mercados".
A este lado de los Pirineos, tampoco podemos presumir. Aquí y ahora, concretamente la semana pasada, 12 millones de abobados espectadores contemplábamos durante ¡¡¡100 minutos!!! un debate en el que los candidatos parecían más Cánovas y Sagasta que unos líderes adecuados para el siglo XXI.
Realmente, se lo han montado bien: han rechazado un formato de debate tipo "Tengo una pregunta para usted", no han permitido la presencia de otros partidos ni de periodistas, se niegan hacer un debate en Internet, alguno se permite leer...y, encima, las referencias a Europa han sido escasas. Tanto, que Jesús Ceberio nos preguntaba al día siguiente: ¿A quién le importa Europa?
Poco parece importarnos Europa. Y no es una impresión mía. Algunos articulistas parecen empeñados en echarnos un jarro de agua fría...para ver si despertamos. Rafael Argullol, en su Apología desesperanzada de Europa, escribía:
"...uno de los aspectos más deprimentes de los últimos desastres europeos es la indiferencia con la que los ciudadanos contemplan los acontecimientos".
Políticos curtidos, economistas y analistas reclaman "liderazgo" para salir de la crisis. Pueden estar en lo cierto, pero no nos olvidemos de Castells (1):
“la unificación europea probablemente no se realizará sólo mediante diestras operaciones de ingeniería política. En el contexto de las sociedades democráticas, Europa se unificará, en varios grados y bajo diversas formas aún por descubrir, si sus ciudadanos lo requieren".
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NOTAS:
(1) CASTELLS, M. (1998): La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Alianza Editorial, Madrid, vol. 3, p.365.
Algunos ciudadanos, alborozados, han salido a la calle en Italia (en la imagen). Pero los ciudadanos no podemos estar orgullosos: no le hemos echado nosotros. Han sido los "mercados".
A este lado de los Pirineos, tampoco podemos presumir. Aquí y ahora, concretamente la semana pasada, 12 millones de abobados espectadores contemplábamos durante ¡¡¡100 minutos!!! un debate en el que los candidatos parecían más Cánovas y Sagasta que unos líderes adecuados para el siglo XXI.
Realmente, se lo han montado bien: han rechazado un formato de debate tipo "Tengo una pregunta para usted", no han permitido la presencia de otros partidos ni de periodistas, se niegan hacer un debate en Internet, alguno se permite leer...y, encima, las referencias a Europa han sido escasas. Tanto, que Jesús Ceberio nos preguntaba al día siguiente: ¿A quién le importa Europa?
Poco parece importarnos Europa. Y no es una impresión mía. Algunos articulistas parecen empeñados en echarnos un jarro de agua fría...para ver si despertamos. Rafael Argullol, en su Apología desesperanzada de Europa, escribía:
"...uno de los aspectos más deprimentes de los últimos desastres europeos es la indiferencia con la que los ciudadanos contemplan los acontecimientos".
Políticos curtidos, economistas y analistas reclaman "liderazgo" para salir de la crisis. Pueden estar en lo cierto, pero no nos olvidemos de Castells (1):
“la unificación europea probablemente no se realizará sólo mediante diestras operaciones de ingeniería política. En el contexto de las sociedades democráticas, Europa se unificará, en varios grados y bajo diversas formas aún por descubrir, si sus ciudadanos lo requieren".
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NOTAS:
(1) CASTELLS, M. (1998): La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Alianza Editorial, Madrid, vol. 3, p.365.
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