¿Cuántos años llevamos hablando de la crisis del periodismo? Tal vez desde la llegada de internet y, más concretamente, desde la puesta en marcha de las redes sociales. Algunos pronosticaron entonces el fin del periodismo, lo mismo que unos años antes habían anunciado el fin del libro impreso. Sin embargo, el libro parece hoy más vivo que nunca. ¿Y el periodismo?
José Alberto García Avilés, autor de Águilas y colibríes. Periodistas innovadores en Europa (2025), lo tiene claro: El periodismo se encuentra en un proceso de renovación, de vuelta a sus raíces después de unos años a la deriva por los "fuegos artificiales" (el intento de ganar audiencia de manera fácil).
García Avilés ha tenido la amabilidad de responder a las preguntas que le hemos enviado por correo electrónico. No lo conozco personalmente, pero la primera impresión al leer sus respuestas es que son claras, sinceras, entusiastas y convincentes.
1. Antes de acceder a la cátedra de Periodismo en la Universidad de Elche, usted ha pasado por otras universidades europeas como Dublín, Sheffield o Klagenfurt: Valore esta experiencia. ¿Han contribuido estas estancias a conformar una visión europea de los periodistas innovadores?
Absolutamente. Esas estancias no solo han ampliado mi horizonte académico y profesional, sino que han afianzado una convicción personal: el periodismo innovador tiene una dimensión europea que afianza el espíritu de buscar soluciones y transformar la profesión. Trabajar en contextos tan diversos como Irlanda, Reino Unido o Austria me permitió ver que, pese a las diferencias culturales o económicas, los retos fundamentales del periodismo son comunes: cómo recuperar la confianza del público, cómo construir modelos sostenibles, cómo volver a conectar con las necesidades reales de la ciudadanía. En estos entornos, he aprendido que la innovación no consiste tanto en adoptar la última tecnología, sino en reapropiarse del sentido profundo de esta profesión: escuchar, interpretar y contar con rigor y empatía. Esta visión europea se ha consolidado en mí como un espacio compartido de reflexión, colaboración e intercambio de ideas.
2. El libro es el resultado de entrevistas con más de 30 periodistas y profesionales de 16 países europeos comprometidos con una renovación a fondo del periodismo: ¿Ha contado con algún tipo de financiación pública o privada para llevar a cabo esta costosa investigación o todo ha tenido que salir de su bolsillo?
“Águilas y colibríes: periodistas innovadores en Europa” es un proyecto personal, financiado con mis propios fondos. Aunque las entrevistas las hice vía online, sin desplazarme a los países, asumí el coste de la edición, maquetación, impresión y distribución del libro. En el camino he contado con el apoyo de personas maravillosas, como el periodista sevillano Javier Padilla, que se ha convertido en mi socio en este proyecto o mi sobrina, que elaboró la portada, y muchos amigos que ayudan en la difusión. Y la respuesta ha sido estupenda, a los dos meses agotamos la primera edición y la segunda está funcionando muy bien.
Las entrevistas y el proceso de escritura exigieron una implicación personal —no solo económica, sino también emocional y logística—. Creo firmemente que el periodismo y la universidad deben caminar juntos cuando se trata de investigar transformaciones sociales de esta magnitud. Afortunadamente, la investigación nace de mi experiencia en varios proyectos europeos sobre la innovación en los medios. Además, he contado con la generosidad de muchos profesionales que compartieron su tiempo, experiencia y visión sin esperar nada a cambio. Esa red de cooperación ha sido, en sí misma, una prueba del compromiso colectivo con el futuro del periodismo en Europa.
3. El futuro del periodismo está en la innovación y en regresar a sus raíces (y escuchar es una de sus claves). Los ejemplos que desarrolla en el libro (Mediapart, Re:Baltica, De Correspondent, Denník N...) así lo ponen de relieve. En términos de innovación periodística, ¿está Europa a la altura de otras regiones del mundo como EE.UU o América Latina?
Sin duda. Europa ha sido y sigue siendo un laboratorio riquísimo y muy diverso de innovación periodística. A menudo miramos a EE.UU. con admiración por su potencia tecnológica y su ecosistema mediático, y América Latina nos ofrece ejemplos valientes de periodismo independiente y pujante, en contextos muchas veces adversos. Pero Europa tiene su propia voz, hecha de matices, rigor y pluralidad. Medios como Mediapart en Francia, De Correspondent en Países Bajos, Denník N en Eslovaquia o Re:Baltica en los países bálticos demuestran que se puede innovar desde los valores fundamentales del periodismo, con modelos de financiación sostenibles, compromiso ético y una clara vocación de servicio público. Europa está a la altura, especialmente si entendemos la innovación como un proceso humano y colectivo, más que como una carrera tecnológica.
4. El capítulo 4 habla de Liderazgo: ¿No le parece que algunas de las respuestas de sus entrevistados son lugares comunes o parecen sacadas de un Manual de Autoayuda?
Es comprensible que algunas expresiones suenen genéricas, pero eso no significa que carezcan de valor. Precisamente porque el liderazgo en las redacciones de los medios ha sido un tema tabú durante décadas, ahora estamos empezando a verbalizar cosas que deberían haber sido evidentes: el bienestar emocional, el respeto, la escucha activa. Estas no son consignas vacías, sino las bases para crear equipos periodísticos resilientes, creativos y comprometidos. En una profesión que tradicionalmente ha glorificado el estrés, la precariedad y el sacrificio personal, hablar de salud mental o de gestión empática no es banal: es profundamente necesario. A menudo, la innovación empieza por humanizar la redacción. Y eso pasa también por hacer preguntas tan simples —y tan revolucionarias— como “¿qué tal estás?” a tu colega de trabajo.
5. Como lector, tengo la impresión de que, lo mismo que sucede en otros sectores de la economía, de la política o de la sociedad, los periodistas innovadores hacen en cada país la guerra por su cuenta, que los intercambios entre redacciones son escasos. ¿Nos acercamos o nos alejamos del viejo sueño de unos medios europeos?
Esa impresión tiene algo de cierto, y también apunta un horizonte esperanzador. Es verdad que muchos proyectos innovadores nacen de contextos muy específicos, con recursos limitados y una lógica local, adaptada a las audiencias de ese entorno. Pero lo que he descubierto durante la investigación es que hay un creciente deseo de cooperación, una voluntad explícita de aprender unos de otros. Plataformas como el European Journalism Centre, redes de medios sin ánimo de lucro o iniciativas como Cross-border Journalism están creando puentes reales -y eficaces- entre las redacciones, favoreciendo el periodismo colaborativo, transnacional y multilingüe.
Quizás aún estamos lejos de unos “medios europeos” en el sentido clásico, pero nos estamos acercando a una conciencia europea del oficio: compartir problemas comunes, construir narrativas conjuntas, y sobre todo, defender valores compartidos frente a la desinformación, la polarización o la precariedad. Ese sueño no ha muerto. Está despertando en diversas formas y con nuevos protagonistas, algunos de los cuales aparecen en el libro.
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