Quince días después del 9-J, las consecuencias de unas elecciones europeas de Segunda División, siguen dando quebraderos de cabeza a muchos:
1. En Francia, apenas conocidos los resultados, Macron disuelve la Asamblea Nacional y convoca elecciones. Una decisión muy arriesgada, para Francia y para la Unión Europea, tanto como lo fue en su momento la de David Cameron al convocar un referendum para el Brexit.
2. En Alemania, la extrema derecha de AfD se ha convertido en la segunda fuerza política y está poniendo en serias dificultades al gobierno tripartito de conservadores, socialistas y liberales. Casi no podemos imaginar gobiernos de extrema derecha en Francia y Alemania. Pero no es una posibilidad remota. En Italia ya gobierna.
3. En España, Feijóo no consigue rematar a Sánchez, pero quizás lo más llamativo ha sido el fracaso de Sumar y las consecuencias de la renuncia de Yolanda Díaz sobre la coalición de gobierno y la frágil gobernabilidad actual de este país.
4. Se ha dicho que, a la luz de los resultados, "Europa vira hacia la derecha". No es algo nuevo. Viene sucediendo desde hace la menos 15 años. Más adecuado sería decir que Europa regresa, cien años después, a una extrema derecha, con la que el PPE coquetea y a la que la socialdemocracia es incapaz de frenar.
5. La tarea de frenar a la extrema derecha no es cuestión de discursos sino de hechos. Ni de un partido, sino de todas las fuerzas democráticas. Por eso vuelven también los Frentes Populares y las manifestaciones en la calle contra la posibilidad de un gobierno de extrema derecha
6. De todas maneras, con estos resultados, los partidos europeístas son todavía mayoritarios en el Parlamento Europeo. Algunos partidos de extrema derecha braman en sus mítines y en sus declaraciones contra "Bruselas". Pero con su llegada al poder (Meloni) o si se ven cerca de gobernar (Le Pen) van suavizando su discurso euroescéptico...
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