Este curso, la vuelta al cole está resultando dramática por el el Covid: Los padres, muchos de los cuales han perdido su trabajo o están en un ERTE, tienen miedo a llevar a sus hijos al cole. Los alumnos deben pasar 5 o 6 horas al día en unos centros escolares que no están preparados. Los profesores tienen miedo por sus alumnos, por ellos mismos y por sus familias; los burócratas y los políticos han demostrado a lo largo de todo el verano su incapacidad para tomar las decisiones.
Resultado: En los primeros días de clase se han registrado más de 700 incidencias por Covid. Como consecuencia, el sindicato de Estudiantes convocaba una Huelga General en toda España para los días 16-18 de septiembre, y otros sindicatos han convocado huelgas, paros parciales o concentraciones para pedir menos alumnos por aula y medidas sanitarias adecuadas.
En medio de este maremoto, es necesario encontrar un resquicio para recordar al profesor Ken Robinson, recientemente fallecido. Sus enseñanzas deberían estar muy presentes, ya resulten las clases presenciales, semipresenciales o por Internet en función de la evolución de la pandemia.
En su libro El Elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo (Grijalbo, 2009) plasmó sus principales ideas:
1. Todos nacemos con grandes talentos naturales, pero con el paso del tiempo, perdemos contacto con ellos. Irónicamente, la educación tiene mucha culpa de esto.
2. A muchas personas les va bien y triunfan en la vida "a pesar del cole". Robinson presenta numerosos testimonios. Por ejemplo, durante sus años escolares, nadie reparó en que Paul McCartney tenía talento para la música o que John Cleese, de los Monty Python, lo tenía para el humor.
3. Los sistemas escolares de muchos países están cortados por la misma tijera:
A) Existe una jerarquía de materias similar. En la cúspide de la pirámide se sitúan matemáticas, ciencias y lenguas. En la zona media, las humanidades. Y en la base, las artes, donde son más apreciadas la música y las artes visuales que el teatro y la danza.
B) Los sistemas escolares inculcan una visión muy reducida de la inteligencia y la capacidad personal y sobrevaloran determinadas habilidades. Sin embargo, la inteligencia de cada persona es tan singular como su huella dactilar.
C) Fijan límites estrictos de cómo tienen que enseñar los profesores y cómo tienen que aprender los alumnos, sometidos a fuertes presiones para superar unas pruebas de evaluación estandarizadas. Aunque no las nombra explícitamente en su libro, Robinson está en contra de las pruebas PISA.
4. En muy reasumidas cuentas, los sistemas escolares se diseñaron para responder a los intereses económicos de la Revolución Industrial.
5. Este planteamiento coarta una de las habilidades que más necesitan los jóvenes del siglo XXI: El pensamiento creativo. La creatividad no es innata. Es muy parecida a la capacidad para aprender a leer y escribir ¿Qué harán nuestros hijos, se pregunta Robinson, si continuamos preparándolos para la vida según modelos antiguos de educación?
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EXCELENTE REFLEXION! Hasta el momento en saco roto, las autoridades solo preocupadas en moldear ovejitas obedientes, con las habilidades "standar".
ResponderEliminar"Pensamiento creativo" Peligro, peligro!
Voy a leerme el libro. Gracias, Emilio.
Bsss
Gracias,Igoa. A estas alturas, todavía no tengo claro si son las autoridadeS las que dirigen a los psico.gili.pedagogos o es al revés. El caso es que Robinson lleva más razón que un santo.
ResponderEliminarLas grandes compañías están ya pasando de curriculums y pidiendo creatividad. Así que las escuelas tienen que ponerse las pilas.
El libro no te va a defraudar. Está lleno de ejemplos como el de McCartney o Cleese.
Bss
PD. no soy tan senequista...
Bueno, creo que Robinson (¿o has sido tú?), lo explica claro y sensato. Es verdad, siempre creí que falta pensamiento creativo. No sé si debe ser innato o aprendido, en todo caso, muy necesario.
ResponderEliminarGracias, querido Emilio. Un buen momento para reflexionar sobre esto, con la que se nos viene encima.
Por supuesto, Blas, si hay una explicación clara y sensata es de Robinson. Yo, a través del contacto con mis alumn@s, he intuido muchas de las cosas que Robinson explica de forma sistemática e ilustra con múltiples ejemplos de "famosos" que han logrado expresar lo que llevaban dentro...a pesar de la escuela: Gillian Lynne, coreógrafa de Cats o el Fantasma de la Ópera; Matt Groening, de los Simpsons; Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía; los mencionados McCartney y Cleese; Mick Fleetwood, de Fleetwood Mac; Bart Conner, medalla de oro en las Olimpiadas de Los Ángeles y marido de Nadia Comaneci...
ResponderEliminarLo que pasa es que no sé si este será el mejor momento para hablar de todo esto. La escuela está agobiada por problemas muy graves, el primero la salud, y así es muy difícil...
Una pregunta para los que se dignen pasar por aquí:
ResponderEliminarLa escuela...¿Te ha ayudado a llegar a ser lo que eres o ha sido un obstáculo y estás haciendo otra cosa que no querías?
¡La escuela, bendita escuela!. A mí sin duda me ayudó, aunque el recorrido personal tenga que ver poco con lo que allí aprendí. Pero.... ¡bendita escuela la de mi 'terruño', que forjó mi más tierna juventud!
ResponderEliminarEso sí, era una escuela 'de antes'. Ahora, no tendría cabida, con la tontería que existe con los niños, querido Emilio. ¡De verdad que vamos a sacar niños más listos! o quizás más alienados.
Un abrazo, joven.
No acabo de vislumbrar, Blas, tu postura ante la escuela. Por una parte la bendices, pero por otra dices que no tiene nada que ver con tu recorrido personal.
ResponderEliminarEs que yo creo que lo que debería hacer la escuela, en vez de tantos rollazos, es ayudarte a descubrir para qué sirves en esta vida. o dicho de otra manera cuáles son tus mejores cualidades para enfrentarte a este "mundo cruel".
Lo que Robinson dice es penoso: ¿nadie descubre en tantos años de escuela que tienes sentido del humor, que vales para el dibujo, para la fotografía, para la mecánica, para la ciencia...?
A mí la escuela/instituto no me ayudó a descubrir para qué servía, ni por supuesto me ayudó -algo que echo de menos- a desarrollar las facultades artísticas o técnicas.
Ejemplo: Clases de dibujo. El profe me decía que no sabía pintar un jarrón, pero no me corregía, no me decía cómo debía hacerlo. Tan solo que estaba mal. El profe de lengua nos pidió una redacción. Cuando se la presenté (tenía 10-11 años) me preguntó que de dónde la había copiado. Yo no sabía ni lo que era copiar. Y así con toras asignaturas.
Bueno no me enrollo, Blas. Un abrazo