Hace unos días, El País adelantaba que "Los Erasmus se quedan sin dinero ", noticia que ha estado coleando toda la semana . Para hablar de este y otros temas, hablamos hoy con Juan A. Vázquez, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, de la que ha sido Rector (2000-2008), etapa en la que también ejerció como Presidente de la CRUE (2004-2007).
Pregunta. Háblenos sobre su experiencia europea
Respuesta. Mi experiencia universitaria europea se vincula en sus inicios precisamente al nacimiento del programa Erasmus. En esos momentos yo ocupaba el cargo de Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Oviedo y emprendí un viaje por diversas universidades europeas para establecer convenios de movilidad e intercambios de estudiantes.
A partir de ahí se establecieron una serie de contactos, tanto académicos como personales, que se han ido ampliando y consolidando, que han perdurado en el tiempo y que se han extendido a colaboraciones en los ámbitos docente y de organización de enseñanzas, en la participación conjunta en proyectos de investigación y en otros diversos aspectos de cooperación institucional.
La primera de esas redes de colaboración e intercambios se estableció con universidades de regiones con problemas similares a los de Asturias en aquellos momentos (reconversión de viejos sectores industriales declinantes) como Glasgow, Sheffield y Bochum, a las que se fueron sumando otras universidades francesas y belgas.
Esos primeros contactos fueron hechos con una ilusión propia de los pioneros, de colonizadores de una tierra prometida o de emigrantes en busca de remesas de capital educativo, con la intuición de emprender una tarea apasionante pero sin ser plenamente conscientes de todo su potencial y alcance.
Más adelante, ya como rector de la Universidad de Oviedo y como presidente de la CRUE tuve la ocasión de ampliar y profundizar las relaciones universitarias europeas. De hecho, estrechar esos lazos fue uno de los objetivos durante mi mandato en la CRUE, que se plasmó en un reforzamiento de la presencia y el papel de las universidades españolas en la Asociación Europea de Universidades (EUA) , en cuyas actividades participamos intensamente y algunas de las cuales logramos atraer hacia nuestro país.
Además, llegamos a desempeñar un importante papel en el acercamiento y la colaboración, hasta entonces escasa, entre las universidades europeas e iberoamericanas, promoviendo los primeros encuentros entre las universidades de ambos continentes y estableciendo un primer protocolo de colaboración, antes inexistente, en el que tuve la sensación personal de constituir un puente y ver desdoblada mi personalidad al suscribirlo en representación de las universidades iberoamericanas ante el entonces presidente de la asociación universitaria europea, el rector Eric Froment .
Como presidente de la CRUE , me correspondió también formar parte de la delegación española en las reuniones de ministros de educación de citas tan decisivas en la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior como las de Berlín o Bergen y participar activamente en el diseño y la implantación en España de la conocida como reforma de Bolonia, un proceso largo y complejo pero decisivo para la convergencia y la plena integración universitaria europea.
R.Veo la situación con preocupación porque sería muy penoso y supondría un grave retroceso que el futuro del programa Erasmus pudiese verse comprometido por recortes económicos. Incluso resultaría una incongruencia económica porque, en estos tiempos de búsqueda de eficiencias perdidas, Erasmus es el ejemplo de un programa eficiente que "vale mucho más de lo que cuesta" y es una muestra palpable de lo que tiene de inversión (y de inversión rentable) el gasto educativo y de sus efectos multiplicadores.
Erasmus es de las cosas importantes que han pasado en los últimos 20 años sobre las que ya no se puede volver atrás, sin las que ya no se puede vivir. En tan solo dos décadas, no es solo que el Erasmus haya convertido a unos jóvenes en ciudadanos europeos, como se ha repetido, sino que son esos jóvenes los que han construido una ciudadanía europea, los que forman parte de la primera generación de verdaderos ciudadanos de Europa y los que, además de su formación y experiencias académicas, han tejido un sinfín de redes de amistad, de relación y de vinculación (de vinculaciones de todo tipo porque yo he visto muchos matrimonios entre estudiantes Erasmus y, como el tiempo pasa, hasta divorcios).
P. Una “crisis” en el Programa Erasmus, ¿cómo puede afectar al Plan Bolonia?
R. El Erasmus ha sido uno de los programas más integradores de Europa y (haciendo un paralelismo con nuestra economía) ha significado el primer gran paso en la plena integración de la universidad española con la universidad europea; ha supuesto el “desarme arancelario” universitario, la creación del euro universitario expresado en los “créditos europeos”; ha constituido un impulso a la universidad sin fronteras y sin barreras y a la acepción de universalidad que la universidad nunca debe perder; y ha sido una base indispensable, un sólido cimiento, para hacer posible, en tiempos aun recientes, la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior .
Si el programa Erasmus se viese comprometido se estaría comprometiendo también un elemento central del proceso de convergencia universitaria europea que ha supuesto la reforma de Bolonia, el de la movilidad universitaria y los intercambios de estudiantes y miembros de la comunidad universitaria.
Y como la movilidad universitaria ya está instalada como norma, es probable que se produjese una segmentación al quedar solo al alcance de quienes dispongan de los recursos económicos necesarios para llevarla a cabo.
1. P. Cambiando de tercio, estamos viendo casi a diario economistas que proponen austeridad y más austeridad para salir de la crisis en Europa. En cambio otros ven esta política como un suicidio: ¿cuál es su opinión?
R. No dudo de que resulta imprescindible controlar y reducir el enorme endeudamiento (no solo ni principalmente público) que ha acumulado la economía española, pero creo que la drástica austeridad que se nos ha impuesto nos aboca irremediablemente al estancamiento y a una especie de circulo vicioso de la deuda del que resulta difícil escapar.
La receta de austeridad en Europa contrasta llamativamente con las políticas aplicadas en otras áreas de la economía mundial y parece ignorar viejos debates teóricos y lecciones de la historia, como la de la Gran Depresión, en la que Roosvelt mostró en los años treinta un camino alternativo al de la austeridad que acabó por quebrar al viejo continente.
Se trata de una receta que, como ha llegado a insinuar el Financial Times , puede tener mucho de ensayo de laboratorio para probar si la austeridad fiscal en medio de una profunda recesión puede estabilizar la deuda y dar lugar al crecimiento.
A pesar (¿o habría que decir mejor, a causa?), de los programas de ajuste, las cosas no solo no van mejor sino que por el momento han tendido incluso a empeorar en los países de la periferia europea y la sobredosis de austeridad, aplicada sin anestesia a nuestras dolencias, nos ha conducido a una recaída en la recesión. Por eso, no todo puede ser austeridad y se necesitan imperiosamente también estímulos al crecimiento, tanto internos como de la demanda externa, sin los que los países periféricos de Europa más afectados por la crisis no podrán salir adelante y detener ese ciclo que parece conducir de la crisis financiera a la económica, la política y la social, en el que hemos recorrido ya un buen trecho.
P.P. Sinceramente, ¿está de acuerdo en que esta crisis se prolongará durante una década?
R. De hecho ya llevamos en crisis casi media década y, por desgracia, me temo que emplearemos cerca de otra media década en salir de ella. Especialmente en términos de recuperación del empleo, para el que harán falta tasas de crecimiento de al menos el 2% que no forman parte de las previsiones de los próximos años, y de reconstrucción de nuestro modelo productivo, que requiere acciones sostenidas y plazos largos.
Como se ha visto, la crisis no solo no se ha apaciguado sino que se ha recrudecido en este último año. Tras el primer impacto en 2008 y un período intermedio en que se parecía haber tocado fondo e iniciarse una lenta y modesta recuperación, ahora estamos sufriendo los efectos más agudos e intensos de la crisis. Me gustaría equivocarme y que las cosas fuesen de otra manera, pero podemos estar ante una “década perdida” para la economía española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario