La semana pasada nos llegaba la noticia de la publicación de un Libro Blanco de la Profesión Docente y su entorno escolar. Los medios de comunicación y las redes sociales se hacen eco de un debate que tal vez está quedando en un segundo plano debido a la proximidad del 20D.
No me voy a andar con rodeos: el Libro Blanco de la Profesión Docente ni es libro ni es blanco.
En la Unión Europea, un Libro Blanco es un documento en el que se recogen propuestas de la Comisión Europea después de escuchar a los comités consultivos (formados por miembros de la Comisión, representantes de grupos de interés y administraciones nacionales).
No es el caso del Libro Blanco de la Profesión Docente en el que parece que tres amiguetes (José Antonio Marina, Carmen Pellicer y Jesús Manso) se han reunido un par de fines de semana para recoger el guante lanzado por Iñigo Méndez de Vigo, nuestro provisional Ministro de Educación -recordemos que sustituyó recientemente a Wert, tal vez el peor ministro de la democracia, y que casi con toda probabilidad su mandato no llegue más allá del 20D- .
En el resumen ejecutivo de dicho informe se recogen veinte propuestas que, una vez despojadas de todo su artificioso ropaje lingüístico -allí se habla de "arquitectura del sistema educativo", "portfolio del docente", el "Director como catalizador del proyecto de Centro", "Proyectos de Transformación de Centros"- se pueden resumir en una, la séptima, que se refiere al modelo de formación de profesores.
Marina propone "un modelo docente de alto nivel de cualificación y de excelencia" en tres etapas:
1. Formación de grado
2. Prueba de selección para ingresar en el proceso de especialización docente de tres años: Un máster de un año y unas prácticas de dos años.
3. Transcurridos los 3 años del período de formación, los profesores se someterán a una evaluación final. Los que la superen obtendrían la condición de funcionario.
O sea, un MIR educativo, adobado con un original Máster y pruebas sin cuento a los largo de siete años.
En resumen, un informe decepcionante que, a pesar del título, apenas habla del entorno escolar, que llega tarde al debate del 20D y no puede ser un buen comienzo para un Pacto de Estado sobre Educación ni para el Estatuto de la Función Docente, por una sencilla razón: Para eso ya hay otras instancias.