En esta segunda parte, el Prof. Valverde nos responde a una serie de preguntas relacionadas con su libro "Europa Pensamiento y Acción. 1945-2012".
Pregunta. Afirma usted en su libro que “son los Gobiernos nacionales los que han puesto en peligro el euro y no al revés”: ¿Cómo se explica que esté más extendida la versión opuesta?
Respuesta. Como he expresado anteriormente, han sido los Gobiernos nacionales los responsables de toda la crisis que estamos viviendo los ciudadanos.
En primer lugar, los Gobiernos, recortaron el Proyecto de Unión Económica y Monetaria, que era la base para tener un euro sin problemas.
En segundo lugar, relajando, después, las exigencias de los criterios del euro, como son unos topes de deuda pública y tasas de inflación reducidas, se endeudaron irresponsablemente y debilitaron sus propias economías nacionales y como consecuencia las del conjunto de la Zona euro.
Cuando la crisis se extiende y profundiza los Gobiernos en vez de asumir sus errores y sus responsabilidades, ante la opinión pública, culpan a Europa, al Banco central europeo, de sus problemas. Quieren que el Banco Central Europeo, pague sus deudas y sus irresponsabilidades.
Pero el Banco Central europeo somos todos los ciudadanos de la zona euro. Y lógicamente, los ciudadanos de todos los países deberíamos oponernos a semejante disparate. Pero no es así. Los medios de comunicación y ciertas corrientes políticas y de pensamiento defienden todo lo contrario.
Que el Banco Central Europeo pague todas las facturas e irresponsabilidades que han cometido los Gobiernos nacionales de Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia y otros. Es asumir la frase antológica de una ex Ministra española que dijo que “el dinero público no es de nadie”.
Esta burda opinión pública creada no tiene la más mínima base, aunque haya buscado el reflejo de enfrentar como siempre, izquierda/derecha, inversiones/recortes, nacionalismo/europeísmo, España/Alemania, o cualquier otro reduccionismo tópico populista.
Ningún ciudadano, independientemente de su nacionalidad o sus creencias políticas, debería haberse dejado embaucar por semejantes simplificaciones políticas.
Nadie que haya ahorrado con esfuerzo unos miles de euros, aceptaría que se tomasen esos ahorros para pagar las vacaciones al Caribe de su vecino, su coche todo terreno, su chalet en la playa y sus cenas con los amigos.
El Banco Central Europeo vela para que esos euros que posee cada ciudadano no se les degraden ni devalúen, ni simplemente los pierda.
En eso debería tener el apoyo de todos los ciudadanos. Pues representa el interés general de todos.
Los ciudadanos que les estafaron vendiéndoles activos tóxicos, entienden bien que ellos no deben pagar, las fechorías, despilfarros, sobresueldos e irresponsabilidades, de los dirigentes de los bancos y de sus Asesores y Consejos de administración. A nivel general es lo mismo.
Pregunta. Los Gobiernos “prefieren la cooperación internacional, fuera del ámbito del Tratado de Lisboa”. Esta preferencia, ¿está más relacionada con la complejidad de los Tratados a la hora de tomar las decisiones rápidas que requiere la crisis o con el deseo de protagonismo de ciertos países?
Respuesta. Los Jefes de Gobierno son alérgicos a la Unión Europea. Sólo les preocupa ejercer el máximo de poder y con el mínimo de controles. Avanzar en la Construcción europea supone el traspaso de competencias esenciales de los Gobiernos nacionales a las Instituciones de la UE. Esto lo toman como una pérdida de poder personal, en vez de considerarlo, como la aceptación de un Gobierno compartido en el seno de las Instituciones europeas.
En un Tratado Internacional los Gobiernos mantienen sus competencias, sin intervención de las Instituciones de la UE, Comisión, Parlamento, Consejo y Tribunal de Justicia.
Un Tratado internacional se inscribe en un proceso de cooperación. Un Tratado de la UE, es un proceso de integración. Hay por medio un abismo político e institucional.
Pregunta. Describe usted a Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea “siempre comedido” y “hasta pusilánime”: ¿Se debe a la personalidad de Barroso o al deseo de los Jefes de Estado o de Gobierno de recortar el papel de la Comisión?
Respuesta. Una de las originalidades constitucionales más importantes de las Instituciones de la UE, está en el papel que juega la Comisión Europea. Es ante todo el Gobierno de Europa. Un Gobierno que actúa colegiadamente. Donde los miembros, no han sido designados por el Presidente y por tanto tienen plena independencia. Esto es todo lo contrario a lo que representan los Gobiernos nacionales. Esta es otra de las claves por la que los Jefes de Gobierno no aceptan de buen grado a la Comisión europea. Ya de entrada su mera existencia está representando que es posible organizar gobiernos eficaces y democráticos, que representen los intereses generales y tengan una composición política muy heterogénea, donde están representadas todas las opciones políticas y cuyos miembros no dependen de su Presidente.
Por otro lado, los Gobiernos intentan hacer sombra y entorpecer el trabajo de la Comisión a través del Consejo Europeo, que no puede olvidarse que era una Institución que no estaba en los Tratados fundacionales de Roma, pues se consideró que los jefes de Gobierno tienen su legitimidad a nivel nacional, pero que a nivel europeo las responsabilidades las ejercen las instituciones originales, Comisión, Parlamento, Consejo.
Otra forma que tienen los Gobiernos para debilitar a la Comisión es nombrar a un Presidente que les asegure docilidad y pocas iniciativas por su cuenta. Tony Blair en sus Memorias, confiesa que apoyó a Durao Barroso para la Presidencia de la Comisión porque confiaba en que no crearía problemas a los Gobiernos.
Pregunta. Afirma que, a raíz de la crisis, “Los medios, durante meses, se han ocupado de Europa como nunca”. Sin embargo, los prejuicios (europeos del Norte y del Sur; trabajadores y perezosos, etc.), la xenofobia y el racismo se han extendido: ¿Hasta qué punto los medios son responsables de que se esté creando “una opinión pública desorientada”?
Respuesta. Efectivamente, la presencia de Europa, sus Instituciones y sobre todo el Consejo Europeo, el euro y el Banco Central Europeo, ha alcanzado categoría de tema de tertulias. Esto que podría haber sido la gran oportunidad para la construcción europea, se ha transformado en un gran ventilador de euroescepticismo, cuando no de rechazo a lo que representa la UE y sus ideales y objetivos, que han sido totalmente olvidados.
Realmente no se ha hablado de Europa, si no de la “No-Europa”. Los protagonistas han sido el Consejo Europeo y los Presidentes de Gobierno. Para estos ha sido fácil recurrir a la fibra del nacionalismo. Los propios Gobiernos en dificultades, en vez de afrontar sus propias responsabilidades, han desviado las críticas a Europa, sus instituciones y sobre todo al Banco Central Europeo. “Tenemos que hacer recortes porque los exige Bruselas”. “ No podemos hacer inversiones porque Bruselas no nos da dinero ni lo permite”. También se ha recurrido al enfrentamiento entre países. “La señora Merkel, que además es alemana, se opone”. “Alemania gana, España o Grecia, pierde”. Con estos mensajes multiplicados por los medios, son recogidos por los ciudadanos indignados, y con razón, pero se desvía su cólera hacia el exterior, hacia el extranjero, hacia Bruselas o Alemania. Da igual. Puro reflejo nacionalistas. En otra época en lugar de manifestaciones hubieran enviado a los soldados contra el enemigo extranjero.
Realmente no se habla de los problemas institucionales pendientes. Se habla de problemas nacionales. Sin ir más lejos, el lunes 1 de octubre era entrevistado el Comisario Almunia, en radio nacional, prácticamente todas las preguntas se centraban en las pequeñas e intrascendentes asuntos de política nacional, que es lo que les ocupa diariamente. Sin embargo, han desperdiciado la ocasión de hablar con profundidad de los principales problemas de Europa, teniendo la oportunidad de hablar con el Vicepresidente de la Comisión Europea, con extensas responsabilidades.
No creo que los contertulios hayan asumido bien lo que el Comisario europeo les ha dicho insistentemente. Su responsabilidad es hablar de los problemas europeos, de las miserias de la política nacional tienen a muchos políticos a su disposición.
Pregunta. Finalmente, usted afirma que “Los ciudadanos europeos están indignados con la Unión, con el euro y con la gestión de ambos”: ¿Cómo puede afectar esta situación a las elecciones del Parlamento Europeo de 2014?
Respuesta. A esa situación de desinformación se ha llegado dado que los Gobiernos nacionales no han asumido sus responsabilidades. El panorama tendría que haber sido radicalmente distinto. La crisis ha venido a demostrar lo que ya se sabía, que ningún Gobierno nacional es capaz de afrontar los problemas que afectan a sus ciudadanos.
Por eso, hoy como ayer, los Gobiernos nacionales han de ceder a las Instituciones de la UE las competencias necesarias para el Gobierno económico de Europa, ciertas competencias en políticas sociales y fiscales, así como competencias totales en el ámbito de la política Exterior y de Seguridad común.
Esto es lo que los ciudadanos deberían plantear en las próximas elecciones al Parlamento europeo. De esa forma los ciudadanos se corresponsabilizarían positivamente en la construcción europea, exigiendo a sus Gobiernos una postura leal con Europa y de realismo, cediendo a las Instituciones comunitarias los poderes que en manos de la Unión Europea, pueden proteger a sus ciudadanos.
En suma en las próximas elecciones las opciones políticas deberían coincidir en exigir “más Europa y no menos”. Lo contrario, plantearse opciones “progresistas/conservadores”; “Inversión frente a recortes” y otras simplificaciones, es secuestrar el auténtico debate, que sigue siendo “nacionalismo contra europeísmo”.
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